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Artículo basado en la ponencia presentada en el Seminario Internacional “La cooperación cultural, educativa y científica entre Brasil y España” organizada por la Fundación Carolina y FLACSO-Brasil, Brasilia, 26 y 27 Abril 2011


El objetivo de este artículo es analizar las relaciones de cooperación científica entre Brasil y España en los últimos años y realizar algunas propuestas para su ampliación y fortalecimiento en el futuro.

El artículo comienza con una breve caracterización del sistema español de ciencia y tecnología y una comparación entre Brasil y España de algunos de los indicadores básicos. Una segunda parte se centra en el estudio de la cooperación científica utilizando dos aproximaciones de análisis, una basada en los proyectos de investigación conjuntos en el marco de programas formales de fomento de la cooperación, sean bilaterales o multilaterales y otra basada en un análisis bibliométrico de la producción científica conjunta de Brasil y España. La tercera parte sintetiza algunas conclusiones sobre la actual cooperación científica entre los dos países y señala algunas propuestas para el futuro de la cooperación

2. Caracterización del Sistema Español de Ciencia y Tecnología (SECT)

Los antecedentes del desarrollo científico español se encuentran en la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), institución creada a comienzos del siglo XX con el objetivo de modernizar la educación superior y la investigación en España. Sus actividades constituyen las primeras expresiones de lo que posteriormente se llamó política científica y sentaron, con una gran visión de futuro, unas claras orientaciones para el desarrollo científico, fomentando la formación de investigadores en el exterior, la movilidad internacional de investigadores y la creación de institutos profesionalizados de investigación en áreas pioneras en España. Esta extraordinaria experiencia se frustró con el golpe militar del General Franco y la posterior represión tras la Guerra Civil. En 1939 se crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con un enfoque totalmente diferente al de la JAE. Se trata de enraizar el desarrollo científico español, especialmente en el ámbito de las humanidades, en las arenas del nacional-catolicismo, y dar a los ámbitos de las ciencias naturales una mayor autonomía, dentro de una organización jerárquica y con un potente control político. Los años 60 contemplan en España una cierta apertura económica y un ciclo inicial de desarrollo económico, que se acompaña, aunque sea tímidamente, con un cierto apoyo a la ciencia y la tecnología, que se va formalizando en los años 70 con planes y programas de fomento. Tras la muerte de Franco en 1975, la comunidad científica española tiene un notable protagonismo en la Transición política e institucional, generando una dinámica de cambio en el ámbito de la investigación científica y especialmente en el CSIC, que va a favorecer la necesaria evolución de las políticas científicas y el papel de la I+D.

Los años 80 marcan un salto cualitativo en el desarrollo científico y tecnológico español. En 1983 se aprueba la Ley de Reforma Universitaria, que consolida la investigación como una función explícita de las universidades y crea unos entornos institucionales que la facilitan. En 1986 en el marco de la Ley General de Sanidad se crea el Instituto de Salud Carlos III, motor desde entonces de la investigación biomédica y ese mismo año se aprueba la Ley de fomento y coordinación general de la ciencia y la tecnología.

Esta Ley constituye el punto de arranque de una nueva etapa del desarrollo científico. No solamente coloca la ciencia y la tecnología en la agenda política, sino que, con una estructura muy sencilla, diseña el sistema de gobernanza del SECT, crea la figura del Plan nacional de I+D como instrumento de planeación y fomento de la I+D y crea el Fondo nacional de I+D para financiar las actividades del Plan nacional. Adicionalmente, otro acontecimiento ocurre ese mismo año, el ingreso de España en las Comunidades Europeas. Esta incorporación va a acelerar tanto el proceso de crecimiento de las infraestructura para la I+D, a través de los fondos de cohesión europeos, como el proceso de internacionalización de la ciencia española.

Desde 1986 el SECT ha crecido y diversificado con sucesivas aceleraciones y ligeros estancamientos, especialmente en cuanto al gasto en I+D. Uno de los procesos que más significativamente han contribuido a la evolución del Sistema es la progresiva participación de los gobiernos de las Comunidades Autónomas en el esfuerzo en I+D, generando sus propias políticas científicas con sus esquemas de financiación y sus iniciativas para la creación de nuevas infraestructuras y centros de I+D. Sin embargo, esta multiplicación de esfuerzos no ha sido acompañada de una adecuada coordinación, lo que ha resultado en un mapa insuficientemente articulado de 17+1 políticas científicas (17 Gobiernos de Comunidades Autónomas + el Gobierno de la Administración General del Estado).

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